lunes, 1 de abril de 2013

"Habremus" pugna autonómica (José Manuel Cansino en La Razón el 18/3/13)


Para el año que viene debe estar listo un sistema de financiación autonómico nuevo que vendrá marcado por la crisis económica y la deriva independentista catalana.
Soy de los que sostienen que antes de garantizar la financiación autonómica o de cualquier otra Administración, hay que repensar el modelo de Estado. En otros términos, hay primero que saber cuánto dinero verdaderamente necesitamos para atender los servicios públicos, una vez eliminadas las duplicidades y triplicidades de competencias. Luego veremos de qué forma se financian cada una de las administraciones en el ejercicio de sus respectivas competencias.
El razonamiento es tan sencillo como el que puede hacerse cualquier familia que antes de pensar en cómo conseguir el dinero, tiene que ventilar la cuestión de qué necesita verdaderamente.
Aquí parece que no. Se va a poner de nuevo en marcha la pugna autonómica por resolver de dónde vienen los dineros sin cuestionarse democráticamente dónde nos ha llevado replicar la estructura estatal diecisiete veces, amén de en miles de ayuntamientos.
Sea como fuere hay dos cuestiones a abordar. La primera es la improrrogable permanencia de un sistema de financiación privilegiado para los cuatro territorios forales (las cuatro provincias vascas y Navarra). La desigualdad que este sistema introduce es tan grande que los españoles que residen en Navarra disponen de en torno a un 160% de recursos respecto al resto de compatriotas. Por ejemplo, y con datos de 2010, los residentes en la región valenciana tendrían un 93%.
En la cuestión foral debe tenerse en cuenta que una cosa son las peculiaridades institucionales del territorio (por ejemplo la posibilidad de tener una agencia tributaria propia) y otra cosa es tener un sistema de financiación claramente ventajoso. Nada hay, ni en la Constitución de 1978 ni en ninguna norma, que otorgue a los ciudadanos vascos y navarros el privilegio de disfrutar de muchos más recursos que los demás para financiar servicios esenciales como la sanidad o la educación.
La segunda cuestión a abordar es la de resolver el importante problema de inequidad que tiene el sistema actual de régimen común (el que rige para el resto de regiones).
En este punto la debilidad del sistema radica en la forma en la que están articuladas las denominadas transferencias verticales a las comunidades autónomas y que proceden del Fondo de Suficiencia y Convergencia.
La realidad es tan estridente que este tipo de transferencias en la práctica están manteniendo el «statu quo» de las regiones, es decir, no sirven para reducir las diferencias en disponibilidades de recursos entre quienes tienen más y quienes tienen menos, sino precisamente para garantizar que quienes tienen copiosos recursos no bajen posiciones en el «ranking».
A mayor abundamiento de lo anterior reaparece aquí la cuestión foral ya que los territorios forales no contribuyen a la nivelación de recursos del resto de regiones españolas. Su aportación a la hacienda general se limita a una valoración «sui generis» de los servicios que la Administración General del Estado sigue prestando en las provincias vascas y en Navarra. Valoración que apenas alcanza al 50% del coste real de estos servicios.
Agravando lo anterior, puede afirmarse sin matiz alguno que los sistemas de financiación vigentes emanan de unas normas legales tan complejas que todo viso de transparencia les resulta extraño. Quizá por eso es un terreno abonado para la recurrente pugna político-territorial y para los acuerdos propios de trastienda.
De todo esto ha hablado el doctor Ángel de la Fuente en la Universidad Pablo de Olavide invitado por el director de la cátedra BBVA, el profesor José Ignacio García Pérez, uno de los economistas andaluces más reputados. También uno de los más implicados en el estudio de los problemas que asfixian a la economía andaluza.
No en todo hemos coincidido con Ángel de la Fuente. Principalmente disentimos en la necesidad de reformar la Administración del Estado primero y la financiación de las necesidades de gasto, después. Yo opino que es necesario y él no está de acuerdo. En cualquier caso, siempre es interesante leer y oír a De la Fuente.
* Profesor titular de Economía en la Universidad de Sevilla

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