miércoles, 8 de mayo de 2013

Los indicadores adelantados (José Manuel Cansino en La Razón el 6/5/2013)



(Imagen tomada de La Razón)

Una sociedad hedonista como la nuestra que desterró de su imaginario colectivo el dolor y el esfuerzo de la remontada, sólo espera de esta crisis que acabe cuanto antes para volver a la dulce anestesia del crédito placentero. Hay mucha más de urgencia por volver a la opulencia que por sentar las bases de un sistema económico sólido que no vuelva a comportarse como lo ha hecho, esto es, destruyendo en muy poco tiempo más empleo que ninguna otra economía homologable.
Por eso oímos como a quien ya pregona la lotería de Navidad, la letanía (ahora se dice mantra) de que «la cosa» empezará a mejorar el próximo semestre. Soñamos con el próximo semestre como quien sueña con el gordo de Navidad y luego con el Premio del Niño, con el cupón del día del Padre o con la Primitiva nuestra de cada día.
El Ministro de Economía sostiene que los indicadores adelantados de la Economía española anuncian ya el inicio de la remontada. Suena a quien vocea lotería de Navidad en las playas de Chipiona con la densidad de población al máximo.
Valga como ejemplo de indicador de este tipo el dato de los visados de obra. Si el número de visados sube, adelanta que la actividad del sector de la construcción crecerá.
Pero la cuestión es demasiado importante como para tomarla únicamente como el bálsamo cotidiano de quien compra un boleto albergando una remota esperanza de enterrar la miseria en la maleta de un Maserati con veinticuatro altavoces y la cabeza de Camarón de la Isla de oro macizo en la palanca de cambios.
El ministro esgrime fundamentalmente el dato del índice compuesto de la OCDE del mes de febrero para España que, efectivamente, supone una mejoría aunque levísima; sube –es un decir– de 101,08 a 101,13 puntos. Otro indicador económico avanzado realizado también por una institución internacional como The Conference Board, sigue siendo negativo a diferencia del elaborado por la OCDE, cayendo un -0,3 % en febrero.
El resto de los indicadores adelantados (los que avanzan la tendencia económica en lugar de constatar cómo nos fue en los meses pasados) sólo muestran una ralentización en su decrecimiento, pero siguen siendo casi en su totalidad negativos. Dramáticamente es como si se toma por buena la evolución del enfermo que ha perdido mucha sangre y se consuela pensando que cada vez pierde menos.
El índice PMI que mide la actividad del sector privado sigue siendo negativo, igual que el indicador sintético de actividad, el indicador de confianza en los servicios y el indicador de confianza de la construcción. Por cierto, que la evolución del número de visados que antes nos servía de ejemplo nos dice que la superficie a construir en obra nueva sigue bajando.
Hay muchos otros indicadores económicos que incluso resultan exóticos. Por ejemplo, el índice Rascacielos elaborado por el Barclays Bank que indica que cuando se construye un rascacielos que supera al más alto de mundo es que una crisis económica es inminente; también está el índice de las palabras con 'r' elaborado por «The Economist» y que se basa en que cuando se vislumbra una crisis, ciertas publicaciones escriben constantemente la palabra «recesión». O, para no aburrir, está el indicador basado en la venta de corbatas. Su lógica responde a que durante las épocas de recesión económica se estima que se venden más corbatas ya que los hombres intentan tener buen aspecto para las entrevistas de trabajo y parecer ocupados de cara a la gente que les rodea. Quizá una variante española y femenina de este indicador podría ser el de «antes muerta que sencilla», pero aún no se ha desarrollado.
Ninguno de los indicadores exóticos arrojan pistas de la evolución futura de la economía española, así es que hay que quedarse con los más solventes y éstos, pese a los buenos ojos con los que los lee el Ministro de Economía, no permiten apostar al próximo semestre.
La Gran Recesión en la que está sumida la economía española puede que al menos sirva de brutal limpieza del imaginario colectivo nacional preñado de la cultura del pelotazo y demasiado falto de empresas solventes. Empresas construidas sobre la calidad de sus productos y servicios, sobre la honradez de sus gestores, el compromiso del conjunto de empleados y la dignidad, como marchamo de trato a clientes y trabajadores. Cosas que no logran jugando a la lotería.

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