miércoles, 25 de septiembre de 2013

EL SOBERANO CLIENTE DEL BANCO (José Manuel Cansino -*- en La Razón el 16-9-2013)


El presidente del Banco Santander, Emilio Botín, ha fichado a Rodrigo Rato para el consejo asesor internacional de la entidad cuando aún se encuentra imputado por la Audiencia Nacional por su gestión al frente de Bankia.



La impresión para miles de ciudadanos es la de que los responsables de la crisis bancaria española no sólo escapan de cualquier responsabilidad legal sino que resultan premiados con millonarias indemnizaciones. Además, como en este caso, no tardan en encontrar un nuevo y jugoso empleo.
Este hecho junto con la también sensación de que todo acabará saliendo de nuestro bolsillo, justifica un comentario más detenido.
Cuando estalló la crisis financiera en 2007, la mayor parte de los analistas opinábamos que la banca española estaba en disposición de afrontarla en buenas condiciones. Esa convicción se fundamentaba en dos hechos.
El primero era que los bancos españoles no tenían hipotecas “subprime”. Además, el Banco de España había prohibido la denominada “banca en la sombra”, es decir, si las entidades bancarias españolas querían comprar activos –también los potencialmente “tóxicos”- tenían que incluirlos en sus balances y bloquear las oportunas reservas en función del riesgo asumido.
Esta medida tomada por España evitó que la crisis se llevara por delante al 100 % del sistema bancario español como sucedió en Irlanda. De hecho, los contribuyentes irlandeses ya han aportado ayudas públicas a su sistema bancario por valor del 40 % de su PIB.
En España, incluso empleando el total del préstamo de 100.000 millones de euros de nuestros socios comunitarios para el rescate bancario, habríamos invertido unas tres veces menos que Irlanda; un 15 % de nuestro PIB según sostiene José Carlos Díaz en su “Hay vida después de la crisis”.
Pero la cuestión sigue siendo si es o no el dinero de los contribuyentes el que financia esta obscenidad de “enmillonar” a los causantes de la crisis. En otros términos ¿quién ha soportado el colapso financiero y bancario y además paga jubilaciones doradas?
Desde luego lo han soportado los accionistas copropietarios de los bancos en forma de una caída en picado del valor de sus acciones en las que muchos de ellos habían depositado buena parte de sus ahorros. Pero fueron los grandes accionistas de las entidades financieras –no los pequeños sin representación significativa en las Juntas Generales u órganos similares- los que refrendaron con sus votos estas extraordinarias indemnizaciones en los años del “boom inmobiliario”.
También han pagado un coste muy alto los ahorradores que compraron participaciones preferentes. Si miles de ellos no hubieran sido engañados cuando se les ofrecieron como una inversión segura y vitalicia, hubiesen seguido disfrutando de las rentabilidades más altas y podría aceptarse que, con la crisis, también hubiesen soportado las minusvalías más severas.
La cuestión es que también lo vamos a soportar los contribuyentes actuales y futuros que con nuestros impuestos devolveremos la deuda que se ha generado por las ayudas públicas y el préstamo comunitario aunque; detengámonos un momento. Cuándo se inyectan miles de millones de euros a la banca, ¿no se están protegiendo también los 600.000 millones de euros que suman los ahorros de los españoles?
¿Qué hubiese pasado de aprobarse una quita del x por ciento de los depósitos superiores a 100.000 euros como se manejó en Chipre? Pues efectivamente hubiesen perdido buena parte de sus ahorros parte de las familias españolas pero, sobre todo, se hubiese producido una masiva salida de capitales al extranjero como la que sólo se comenzó a frenar en Chipre cuando las televisiones del mundo emitieron las imágenes de los camiones blindados repletos de euros (¿o de papel de periódico?) desembarcando en la isla.
Nada de esto invalida que el consumidor en su papel de usuario bancario ejerza su “soberanía” y decida dejar de ser cliente de un banco cuando una decisión como la que comentamos, le indigna. Recuérdese que importantes entidades financieras catalanas han perdido una parte muy notable  de su clientela por su indisimulado apoyo económico al separatismo catalán.

Los consumidores rara vez ejercemos en España este tipo de actuaciones soberanas contra las empresas cuyos comportamientos juzgamos antiéticos. En otros países sí ocurre. Tomemos nota.

-*- José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada. Universidad de Sevilla

domingo, 22 de septiembre de 2013

SECESIONISMO ¿QUIÉN ROBA A QUIÉN? (José Manuel Cansino -*- en La Razón el 16/9/2013)



Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana. El verso ayuda a explicar parte de la deriva separatista catalana, pero sólo parte.
El manejo torticero de las balanzas fiscales junto a ejemplos bien construidos como el de las autopistas de peaje en Cataluña y “de balde” en el resto de España, han servido de premisas eficaces que concluyen en el “España nos roba”. Un mensaje que ha sido acogido por decenas de miles de catalanes deseosos de que alguien les mostrase un camino por el que escapar de la crisis económica.


(Independentistas catalanes quemando una bandera nacional)

Los argumentos económicos han estado muy presentes en estos años de multiplicación del sentimiento antiespañol. No debe escaparse que el propio presidente catalán es economista y que su consejero de Economía, Andreu Mas Colell, es un reputado economista académico.
Efectivamente los argumentos económicos han teñido estos últimos años de desafecto catalán hacia el resto de España. Si la primera escaramuza del gobierno español para compensar la estrategia escapista del nacionalismo catalán fue azuzar a los empresarios catalanes para que advirtieran de los riesgos del proceso, el discurso de investidura de Artur Mas dejó bien claro que la mayor parte de las exportaciones españolas a la Unión Europea pasan por el Puerto de la Junquera.
El contraargumento es de calado pues cuestiona la asentada convicción de que una Cataluña independiente no sería aceptada como país miembro de la Unión Europea. En absoluto. Para eso debería tener una oposición firme del gobierno español a lo Grecia con Macedonia, algo ciertamente impensable en los gobiernos conocidos en las últimas tres décadas siempre prestos al pacto con los nacionalistas. Además estaría el posible bloqueo del un hipotético Estado catalán al paso fronterizo de las exportaciones españolas a clientes tan principales como Francia o Alemania.
Pero si los argumentos económicos han servido de eficaz catalizador del proceso secesionista, el retorno a un proyecto común en España no parece que pueda venir de sólo estos. Así, por ejemplo, pensar ingenuamente que el nacionalismo catalán aparcaría sus demandas con un ‘pacto fiscal’ que les reconociese los mismos privilegios que a vascos y navarros, sería cometer un nuevo error.   El nacionalismo periférico se justifica en buena parte en el discurso victimista y siempre habrá economistas prestos a poner una aritmética interesada al servicio de un resultado tramposo que avale el “España nos roba”. Así una y otra vez.
Si Cataluña no encuentra de nuevo en España un proyecto común, los crecientes sentimientos de antipatía recíproca seguirán engordando y eso no apunta a casi nada bueno excepto, quizá, a las bodegas de espumosos no catalanes que ya se preparan para otra campaña de Navidad campanuda.
Es posible que dándole la vuelta al verso de inicio de este artículo, si la pobreza comienza a salir por la ventana fruto de una incipiente aunque lentísima recuperación económica, el amor –aunque mercenario- vuelva a tener un hueco en el corazón comercial de miles de ciudadanos que ahora aplauden estulticias como las de algunos comentaristas deportivos cuando afirman que exhibir una bandera española es una provocación.
Pero incluso así, algunas lecciones no pueden quedar sin aprender. La principal, vista desde Andalucía, es ¿hasta cuándo se puede seguir beneficiándose de la solidaridad del resto de españoles y ciudadanos europeos? ¿Hay que aceptar que nuestro futuro es el de seguir en la cola del empleo, de la renta per cápita, de los salarios o del rendimiento escolar? ¿Qué daño ha hecho a nuestro desarrollo económico regional enarbolar discursos que afeaban a Cataluña haber generado su riqueza gracias al trabajo de los emigrantes andaluces? ¿No hubiese sido más eficaz preguntarse por qué los industriales andaluces no han sido capaces de emular a los catalanes, madrileños, vascos o riojanos?
Es posible que ese ejercicio de autocrítica ayude a miles de catalanes a reencontrase con España y a miles de españoles reencontrarse con Cataluña.
Pero sobre todo se necesitará abandonar el pesado hatillo de complejos que hace a gobernantes, intelectuales, periodistas y millones de compatriotas, hablar de España –de nuestra Historia y de nuestro Futuro- pidiendo excusas.

José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla invitado en la Universidad de Lund.




Onda Cero. Andalucía Capital

Con el inicio de la nueva temporada del programa también viene mi regreso como colaborador del programa regional de información económica "Andalucía Capital" que dirige Santiago Talaya.

Dejo el audio del programa del 17/9/2013.

http://www.ondacero.es/audios-online/emisoras/sevilla/aquienlaonda/aqui-onda-andalucia-capital-septiembre-2013_2013091700146.html

martes, 10 de septiembre de 2013

EMPLEO CON DECRECIMIENTO (José Manuel Cansino -*- en La Razón 8/9/2013)


La “cosa” parece que está cambiando aunque se comenta en forma de susurro; como confidencia en “sotto voce” en la cola del súper o en la barra del bar aliñando la conversación con una caña (sólo una) y altramuces “Saladitos”. La “cosa” es el término eufemístico con el que hemos bautizado en España a la Gran Recesión que arrastramos desde 2008 y que así la denominaron con fortuna Eichengreenand y O’Rourke.


(Célebres altramuces "saladitos")

El pírrico descenso del paro registrado en el mes de agosto -31 personas en un país de más de 46 millones- no debe ensombrecer otros datos más esclarecedores.
Por ejemplo, Eurostat acaba de certificar que después de año y medio de crecimiento económico negativo en la Unión Europea (UE), los veintisietes países comunitarios registraron un crecimiento económico positivo del 0,3 % en el segundo trimestre de este año. Un crecimiento positivo que es especialmente importante en tres de nuestros principales clientes; Portugal (1,1 %), Francia (0,5 %) y Alemania (0,7 %).
De hecho, la contribución de la demanda externa al PIB español sigue siendo positiva aunque no lo suficiente para compensar la continuada caída de la demanda interna. Tanto es así que el saldo de la Balanza Comercial española en junio de 2013 (diferencia entre exportaciones e importaciones) registró un superávit de 57 millones de euros frente al déficit de 2.226 millones de junio del año pasado. Esto permite algo tan crucial en la salida de la “cosa” como es reducir nuestro endeudamiento con el exterior. Así, nuestra capacidad de financiación con el exterior se situó en 2.762,8 millones de euros el mismo mes de junio cuando el año pasado teníamos una necesidad de financiación de 275,3 millones.
Con todo, nuestro crecimiento sigue siendo negativo (-0,1 %) y ese es el peor dato. Sin embargo, algunas comparaciones con el pasado reciente pueden reforzar nuestras expectativas de mejora. Por ejemplo, los tres primeros meses del año tuvimos un decrecimiento más acentuado (-0,4 %) y si comparamos el dato del segundo trimestre de 2013 con el del mismo trimestre de 2012 resulta que hace un año estábamos mucho peor, con un decrecimiento del -0,5 % frente al decrecimiento actual del - 0,1 %. Efectivamente la tendencia parece que soporta que la “cosa” está cambiando.


Retomemos ahora el dato del descenso del paro en 31 personas el pasado mes de agosto que en Andalucía fue de 4.674 personas. De entrada debe tenerse en cuenta que el dato de “paro registrado” no es el que mejor captura el pulso del empleo; el mejor dato es el que arroja la Encuesta de Población Activa (EPA). El último dato ha sido muy positivo. Nosotros lo avanzamos desde estas páginas antes de que lo hiciese público el Instituto Nacional de Estadística días antes de la comparecencia del presidente Rajoy por el “Caso Bárcenas”.
Más importante que el pírrico descenso en 31 parados es el hecho de que es la primera vez desde 2000 que el paro registrado en agosto no aumenta sino que desciende. Muchas empresas despiden a trabajadores en agosto para no tener que pagarles el mes de vacaciones. Además, este dato supone encadenar seis meses consecutivos en los que el paro registrado desciende, algo que no ocurría desde el año 2006 cuando, en pleno “boom inmobiliario”, teníamos un crecimiento económico del 4,1 %.
Es aquí donde debe señalarse el resultado paradójico con el que nos enfrentamos. La economía española está generando empleo al tiempo que nuestro PIB se sigue contrayendo. El análisis económico rápidamente debe alertar sobre la pérdida de productividad del empleo que esto supone (cociente entre el PIB y el número de empleados), algo que muy bien puede explicarse por el abaratamiento del empleo al que se asiste en España –la devaluación interna que tanto invocan algunos organismos internacionales-. De hecho, el coste laboral por trabajador descendió en el segundo trimestre de 2013 un 2,3 %; tres puntos por debajo de la inflación medida a través del Deflactor Implícito del PIB. En otros términos, la capacidad adquisitiva de un trabajador empleado en España, disminuyó un 3 % el pasado trimestre lo que es un “suma y sigue” de muchos meses.

En definitiva, el empleo se está abaratando tanto en España que incluso puede reducirse el paro al tiempo que se reduce el PIB. Es un resultado brutal y habrá que esperar a que la “cosa” definitivamente vuelva a poner color negro al crecimiento económico para ver el impacto que ha tenido esta brutal recesión en el reparto de la renta nacional. 

(*) Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla invitado en la Universidad de Lund.

martes, 3 de septiembre de 2013

LA RESPONSABILIDAD ESPAÑOLA EN GIBRALTAR (José Manuel Cansino -*- en La Razón el 2/9/2013)


(José María Carrascal -segundo por la derecha- presentando su libro en Sevilla)

España puede vivir sin Gibraltar pero Gibraltar a duras penas podría sobrevivir sin España. Con estas palabras terminaba el periodista José María Carrascal la presentación en Sevilla de su libro “La batalla de Gibraltar” invitado por las Asociaciones Culturales ADEMÁN y Fernando III. Una presentación tan concurrida que estaba llena hasta la bandera … la bandera de las tibias y la calavera que uno de los presentes le había entregado en la misma ciudad, unos meses antes, al ministro Picardo.


(Entregan una bandera pirata al ministro gibraltareño, Picardo)

La frase de Carrascal encierra una de las claves de la supervivencia económica de la última colonia que persiste en territorio europeo; una clave que apunta directamente a la responsabilidad de España.
Gibraltar tiene casi el doble de renta per cápita que España y cinco fuentes de ingresos bastante estables; los servicios, el turismo, la actividad portuaria, las gasolineras flotantes (el denominado “bunkering”) y la subvención anual del Ministerio de Defensa Británico.
Los ingresos procedentes del sector servicios no se explican sin su condición de paraíso fiscal, esto es, una situación en que su tributación reducidísima se une al secreto bancario. Sin ir más lejos, los demoledores datos que está aportando la asociación de técnicos de Hacienda (GESTHA) evidencian que la Colonia se niega a responder al 30 por ciento de los requerimientos de información sobre blanqueo de capitales que les hacen los tribunales españoles. Ambas características de este espacio fiscal (tributación reducida y opacidad fiscal) explican que haya casi tres empresas por cada residente gibraltareño (84.000 sobre 30.000).
Pero los no menos importantes ingresos del negocio de las gasolineras flotantes no se explican sin la colaboración de las empresas españolas y la inacción de los diferentes gobiernos. Y es que las empresas refineras españolas venden sus productos directamente a las empresas gibraltareñas que regentan el “bunkering” y lo hacen sin IVA ni Impuesto Especial de Hidrocarburos (extraordinariamente importante), de manera que abastecen de combustible a los barcos en las propias aguas españolas a un precio mucho más reducido que el que habrían de pagar a sólo cuatro millas si se abastecieran en la refinería de Algeciras. Los datos de GESTHA señalan que en 2012 las empresas refineras españolas vendieron a las empresas gibraltareñas por valor de 1.212 millones de euros.
Por último, el turismo interior procedente de España asociado al contrabando de tabaco a pequeña escala tampoco se explicaría sin la venta de este producto por la empresas españolas a las gibraltareñas, una venta que también se hace sin IVA ni impuestos especiales y que ascendió a un valor de 8.11 millones de euros el año pasado.
Así las cosas, la privilegiada situación económica de Gibraltar debe mucho al consentimento y la colaboración española y si bien es cierto que la cuestión de los paraísos fiscales se escapa en parte a la autoridad española, no dejan de existir medidas legales que están en la mano del gobierno de España.
Efectivamente, los paraísos fiscales son parte del engranaje actual del sistema económico-financiero mundial. La lucha contra ellos está en gran medida en manos de quienes tienen sus fortunas allí residenciadas. Pero es obligación de España impulsar un convenio bilateral que incluya cláusulas de intercambio de información tributaria con los movimientos financieros de españoles en Gibraltar. Naturalmente un convenio firmado directamente con el Reino Unido y no con el gobierno de Gibraltar como éste intentó en 2009.
En segundo lugar, España puede prohibir la venta de derivados de petróleo para su reventa en las empresas del “bunkering”, entre otras cosas sirviéndose de la normativa medio ambiental que –de salir adelante- prohibiría la venta de combustible en plataformas marinas situadas en aguas jurisdiccionales españolas.
En tercer lugar, lo que vale para el petróleo y sus derivados, valdría para el tabaco y el alcohol.
El resultado de todo esto tendría unos beneficios sociales que trascenderían de la sola cuestión de la Soberanía –con ser ésta extraordinariamente importante-. Por una parte y desde un punto de vista medioambiental, se acabaría con las habituales prácticas de lavado de los depósitos de combustible de los barcos que repostan en el “bunkering” y se eliminaría el riesgo de fugas de combustible preservándose los recursos pesqueros y el futuro de las familias que se dedican a la pesca en esa zona. Por otra parte, desde la perspectiva fiscal se forzaría al Reino Unido a firmar un convenio que permita el intercambio de información tributaria con el importante resultado a nivel mundial, de acabar con las posibles prácticas de blanqueo de capitales realizadas en el Peñón.

Ambos avances en materia medio ambiental y de lucha contra el blanqueo de capitales no pueden más que recibir el respaldo internacional y la cohesión interna de partidos políticos y sociedad civil.

-*- José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla invitado en la Universidad de Lund.