lunes, 24 de febrero de 2014

EL LIBERALISMO IMPOSIBLE (José Manuel Cansino en La Razón el 24/2/2014)



Pocos dudan del inminente cambio en el panorama político español con la entrada en el arco parlamentario de nuevos partidos. Se dibuja un panorama que acabará con el bipartidismo diseñado por los hacedores de la Transición y que con el argumento de la ‘estabilidad’ apoyaron a dos grandes bloques a izquierda y derecha del centro.
No nos ocupamos en estos artículos de asuntos políticos sino económicos aunque con frecuencia unos y otros se solapen. Así ocurre con los programas económicos de las opciones políticas; también de las nuevas. El programa económico es algo en lo que necesariamente se han de diferenciar unos de otros aunque a veces las diferencias tales lo sean más de pose que de fondo.



En este sentido, mientras que UPyD y Ciudadanos se han posicionado abiertamente en defensa del estado del bienestar y de la consecuente intervención pública que conlleva su gestión y financiación, VOX ha reivindicado para sí un discurso abiertamente liberal frente al programa político socialdemócrata que atribuye también al partido en el gobierno.
El término liberal en la política española tiene un significado muy diferente al que tiene en la mayoría de países occidentales. Las raíces más importantes de esa muy diferente forma de entender lo ‘liberal’ hay que buscarlas en la política española de finales del siglo XIX. De ahí en adelante, mientras que ser liberal en lo político y en España suele entenderse en términos de anticlericarismo, ser liberal en la mayor parte de países se entiende desde el compromiso político con el liberalismo económico, la intervención mínima del Estado en la vida económica y el tamaño también mínimo del Estado del Bienestar. El encendido debate sobre el programa de reforma sanitaria del Presidente Obama probablemente sea el mejor y más actual exponente de estas dos formas de entender el papel del Estado.
Aclarado necesariamente lo anterior, ¿qué posibilidades de respaldo social tiene un discurso liberal en lo económico?
Charles Wolf (jr) en su célebre “Mercados o gobiernos: Elegir entre alternativas imperfectas” (Instituto de Estudios Fiscales, 1995), expuso oportunamente que la sociedad occidental ha asumido como ‘suyo’ buena parte del conjunto de prestaciones del Estado del bienestar. En otras palabras, se considera como casi un derecho fundamental de la persona acceder a prestaciones públicas y gratuitas como la sanidad, la educación, la prestación por desempleo o el sistema de pensiones. Ninguna de estas prestaciones las asumían los estados a comienzos del siglo XX.
En menos de un siglo, las sociedades occidentales han dado por hecho que el conjunto de prestaciones que el Estado del Bienestar garantiza es algo intocable. Se pueden discutir aspectos no poco importantes del sistema, por ejemplo una educación pública financiada por cheque escolar o a través de un sistema de centros concertados, pero la sociedad mayoritariamente rechaza el desmantelamiento de la educación pública incluso a cambio de menos impuestos que permitan pagar y elegir educación privada.
Hay otra forma de argumentar el discurso liberal; a través de la reivindicación de la desregulación de los mercados y/o de la privatización de empresas públicas con el argumento de que la gestión privada es más eficiente.
Si este es el discurso que se desarrolla habrá que tener en cuenta un par de cuestiones. En primer lugar, la desregulación del sistema financiero en EEUU se tradujo en la derogación en 1999 de la Ley Glass-Steagall sobre el argumento de la Teoría del funcionamiento eficiente de los Mercados de Capitales y de la Teoría de las Expectativas Racionales. Esa desregulación nos ha llevado a que el sector público –vía deuda pública y Banco Central Europeo fundamentalmente- tenga que inyectar el 15 % del PIB español para rescatar a buena parte de la banca y así garantizar los depósitos de los ahorradores españoles ¿El planteamiento liberal supone también renunciar a un prestamista de última instancia como el BCE?
La otra cuestión a considerar –la recomendación liberal de privatizar las empresas públicas- lo resume bien el caso de ENDESA; una empresa originariamente pública que se privatiza para que acabe comprándola otra empresa semipública –ENEL-, extranjera (italiana) y cobrando por la electricidad hoy un 80 % más que hace diez años. Probablemente sea el momento de reivindicar una mayor presencia pública en determinados sectores industriales estratégicos como, de hecho, ocurre en buena parte de países desarrollados.

Algo bien diferente es entender el discurso liberal como la desregulación y simplificación administrativa nacida de una recentralización del Estado que acabe con muchas duplicidades y triplicidades de competencias. En este discurso se asemejan los programas políticos de UPyD, VOX y otras opciones políticas de menor respaldo. Pero téngase en cuenta que en este caso la rebaja de impuestos y el repliegue del Estado se haría por la vía del adelgazamiento de la administración pero no por la reducción de las prestaciones básicas en un país que, no lo olvidemos, sigue sin alejarse mucho de los seis millones de parados.

José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.

viernes, 21 de febrero de 2014

LA BARRA DE LABIOS (José Manuel Cansino en La Razón el 17/2/2014)

Se reúnen en casas particulares. La persona que recibe, amiga de la vendedora, ha tirado de ‘wasap’, ha puesto el café y las pastas. Si la cosa va bien igual recibe un regalo ambientado con la banda sonora de 'no hacía falta, ya sabes que yo lo hago por ti y por tus niños'. Ha vuelto el sistema de ventas de aquella barra de labios que prometía sentirse mejor a quién se embadurnara con ella.



El producto no es el único que se ajusta al comentario de este artículo. Las tiendas de ropa están llenas de complementos que se exhiben y son fruto de las manualidades de algún amigo o amiga de quien regenta el negocio. Si Vd quiere alguna pieza, la encargarán a las manos de quien la hace y en una semana la tendrá.
Los mercadillos de fin de semana, los de alto copete y los de baja copita usando la expresión de la editora Rosa García Perea, también están llenos de muestras de este 'modus vivendi' que ha venido a compartir con los profesionales del 'chapuzas a domicilio' el arte del 'sin papeles'.
Vender barras de labios y manualidades permite ahora ingresar el complemento necesario para que no te corten luz o juntar el pago de las vacaciones de verano. Nadie se da de alta como empresario autónomo. No se paga IVA. No se incluye en la declaración del IRPF. Es economía sumergida pura y dura con la que se explica en parte por qué en Andalucía se convive con un 36.32 % de desempleo y no se asaltan los supermercados.
El reciente informe del Grupo de Técnicos de Hacienda, GESTHA, estima en un 29.2 % el valor de lo que genera la economía sumergida en Andalucía.
Desconozco la metodología que se ha aplicado en el informe de GESTHA, pero sí conozco los métodos que en Economía se utilizan para estimar las cifras que mueve la economía sumergida. Las referencias más importantes internacionalmente hablando son los trabajos de E. Schlicht y F. Schneider.
En definitiva, las estimaciones son eso, estimaciones y no cálculos exactos pero están soportadas en métodos contrastados.
La economía sumergida no debe confundirse con las actividades ilícitas como el tráfico de drogas o el cobro de comisiones ilegales. Estas últimas siempre están al margen de la legalidad porque trafican con o se dedican a actividades prohibidas. La economía sumergida engloba a las actividades legales que se realizan incumpliendo las obligaciones fiscales, laborales y de otra índole. Quienes viven de estas actividades argumentan que no serían actividades rentables de pagar impuestos o cotizaciones a la seguridad social. Algunas cifras sirven para ilustrar esto; en promedio en España se paga un 28.3 % de Seguridad Social (entre empresarios y trabajadores) y un 17.7 % de tipo impositivo efectivo de IRPF (una vez aplicadas las reducciones y deducciones fiscales).
Pero hay otro argumento que explica este nivel de economía sumergida. Es un argumento escurridizo y difícilmente medible. Se trata de la reacción de los contribuyentes a la corrupción institucionalizada.
El fraude fiscal y laboral que conlleva la economía sumergida se convierte así en una respuesta social a escala doméstica frente a aquello que se contempla impunemente en los programas de 'late night' o se escucha en el teléfono móvil convertido en radio.
En otros términos, la sociedad en una parte nada despreciable no tiene el más mínimo escrúpulo moral en trabajar en la economía sumergida bien sea por la necesidad de llenar el plato de comida o de financiarse unas vacaciones en lugar de pagarle las gambas o el chalé al corrupto de turno. A igual desarme moral se llega con saber que el 25% de la riqueza mundial está en paraísos fiscales o que los españoles que tienen su patrimonio en las SICAV, apenas tributan al 1% y luego encabezan frecuentemente las manifestaciones contra los recortes en el gasto.

Con este escenario, las mejoras en el diseño de los impuestos no acabarán con el fraude y la economía sumergida. Pero hay más. Si finalmente se atienden las peticiones de los servicios de inspección de Hacienda y se dotan más plazas de inspectores, su trabajo acabará aflorando una parte del fraude y no la más importante. Los que evaden capitales o se los llevan a paraísos fiscales quedarán impunes a pesar de los esfuerzos de la policía y de la inspección de Hacienda. Por cierto, en España tenemos un servicio de inspección de Hacienda y unos grupos de investigación en evasión de capitales de los más reputados internacionalmente.

José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.

lunes, 10 de febrero de 2014

LA BALANZA FISCAL DE LOS COOPERANTES CATALANES (José Manuel Cansino en La Razón el 10/2/2014)


En agosto de 2010 aterrizaban sanos y salvos en el aeropuerto barcelonés del Prat los cooperantes españoles Albert Vilalta y Roque Pascual secuestrados durante largos meses en Mali. Para conseguir su liberación, tanto el Ministerio de Asuntos Exteriores español como los servicios de inteligencia tuvieron que emplearse a fondo.
Para la Generalidad de Cataluña, sin embargo, todas las gestiones del Estado español se hicieron a coste cero. En otros términos, en sus estudios anuales titulados ‘Resultats de la balança fiscal de Catalunya amb el sector públic central’ no se valoran monetariamente los servicios que la Administración General del Estado presta a residentes en Cataluña desde fuera de ese territorio; por ejemplo si se hacen desde la sede del Ministerio en Madrid o desde la Embajada española en París.


(Albert Vilalta y Roque Pascual con el presidente José Montilla)

De valorarse territorializadamente estos servicios públicos los resultados de las balanzas fiscales que tanto agitan los secesionistas catalanes serían muy diferentes.
Naturalmente esto ocurre porque para abordar un estudio como el de la comparación entre lo que se recauda en Cataluña vía impuestos y lo que los ciudadanos catalanes reciben en forma de servicios públicos, hay que hacen una serie de supuestos y la ‘inteligentsia’ separatista sabe bien cuáles elegir.
Particularmente querido es el ‘método del flujo monetario’. Este método se sostiene en la idea de que el gasto público debe imputarse en aquel territorio donde mayor impacto económico genera. Esto significa que el gasto público que absorbe la Embajada española en París que pudo ser clave en la liberación de los cooperantes catalanes, debería imputarse a Francia pues es allí donde los diplomáticos españoles realizan mayoritariamente sus compras cotidianas, escolarizan a sus hijos o la embajada contrata los suministros de agua, luz, mantenimiento y canapés de las recepciones.
La alternativa a este manoseado criterio del flujo monetario es el ‘flujo del beneficio’ que razonaría en los siguientes términos; si el servicio diplomático español está a disposición de todos los españoles, su beneficio se debería imputar según la distribución de la población en todo el territorio nacional.
Pues con todo y con ello, el ‘flujo monetario’ aplicado sin mayor cosmética arroja a los expertos en finanzas públicas al servicio de los intereses separatistas un saldo a su favor de 792 millones de euros para 2009; una cantidad muy diferente de los 16.409 millones aireados en los medios de comunicación. Lo explicaban con meridiana claridad hace unos días Josep Borrell y Joan Llorach en un muy recomendable artículo.
Estos mismos analistas señalaban que además de no computarse como servicios prestados a los ciudadanos catalanes los del Ministerio de Asuntos Exteriores, hasta llegar a la cifra de 16.409 que ‘España robaba a Cataluña’ se utilizaba el criterio del ‘flujo monetario  neutralizado’. Un nombre que ya de por sí no suena nada bien. Pero veamos en qué consiste.
Resulta que los responsables de este cálculo de balanzas fiscales imputan como ingresos a recibir por Cataluña la parte del endeudamiento del Estado que no tendrían que asumir de ser un Estado independiente. Esta cantidad la estiman a partir de su contribución en los ingresos de Estado que estarían próximos al 20 %. Por tanto, se trataría de un dinero virtual del que no dispondría la caja de un hipotético Estado catalán salvo que se endeudase. Esto –el endeudamiento de un estado catalán soberano- es algo que sólo puede sostenerse desde el desconocimiento de cómo funcionan los mercados de capital internacionales; verdaderos gobiernos del mundo.
El argumento tramposo del nacionalismo catalán en palabras del economista Ángel de la Fuente es que “los impuestos vuelvan a quien los paga en forma de un volumen equivalente de servicios, sin dejar espacio alguno para la redistribución”. Tras de esta afirmación del economista español que más cara ha plantado a la falacia del cálculo nacionalista hay que buscar un argumento muy importante agitado por los ideólogos del ‘España nos roba’.
El argumento es que la solidaridad ‘tendría un pase’ si los contribuyentes y receptores netos no fuesen siempre los mismos. En otras palabras, que las transferencias de solidaridad no fuesen siempre de los mismos pagadores a los mismo receptores. Este argumento no exento de razón se sostenía muy bien en el mal uso del dinero por parte de las regiones beneficiarias. Los tribunales andaluces que ventilan los casos de corrupción son un buen bastidor para este argumento o al menos lo eran hasta que la corrupción también ha acabado ocupando buena parte de la agenda judicial catalana.

Quienes creen que la cuestión catalana se resuelve con un nuevo modelo de financiación se equivocan. No es un nuevo marco legal de financiación el que resolverá esta situación. En este punto, mi opinión coincide mucho con la del historiador Fernando García de Cortázar, así que dejemos que sea él quien cierre esta tribuna:  “En los vanos esfuerzos por atender los requerimientos de quienes nunca han creído en España, hemos llegado a deponer nuestras emociones y a pensar que al nacionalismo separatista se le podía regalar el monopolio de la pasión por vivir en comunidad, el sentimiento de pertenencia, la fe en un destino colectivo, la confianza en una tradición de siglos. Asustados por los fantasmas retóricos de nuestro pasado, hemos creído que a los españoles debía bastarnos con levantar un muro de argumentos constitucionales, una masa de preceptos, un túmulo de normativas.”

José Manuel Cansino Muñoz-Repiso. Profesor Titular de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.

martes, 4 de febrero de 2014

Andaluces y vascos, ¿en qué trabajáis y cuánto ganáis? (José Manuel Cansino en La Razón el 3/01/2014)

Empuñando los datos de la reciente Encuesta de Población Activa (cuarto trimestre de 2013), podemos hacer una inmediata radiografía del empleo en Andalucía. Pero con la intención de no caer en un trivial ejercicio descriptivo es útil un análisis comparado con la región española de mayor renta per cápita: el País Vasco o las Vascongadas.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) nos dice que actualmente trabajan unos 2,5 millones de andaluces la mayor parte de los cuales –el 84%– tienen entre 25 y 54 años; una estructura de empleo por edades muy similar a la vasca. En esta parte de España el 80% de los empleos se concentran en el mismo rango de edad.
La diferencia entre una y otra región radica, como pueden anticipar, en el diferente peso de los sectores económicos empleadores.
Aunque el sector servicios es el predominante en Andalucía y País Vasco, en el primer caso emplea al 77,5% de los trabajadores frente al 71,5%; un 6% más. La diferencia también es favorable a Andalucía en el sector agrícola (9% del empleo frente a sólo el 1,5%).
La diferencia se invierte en el sector de la construcción. En este sector se concentran el 5% de los empleos andaluces mientras que absorbe al 6,4% del conjunto de las personas con empleo del País Vasco.
Pero, sin duda, la gran diferencia casi secular entre una y otra economía se encuentra en el peso del sector industrial, que emplea al 20,4% de los trabajadores que residen en las tres provincias vascas, mientras que sólo emplea al 8,3% de los residentes en Andalucía que tienen un trabajo.
Hasta aquí, este análisis lo podría hacer cualquier alumno de bachillerato con unos conocimientos rudimentarios de estadística, así que vamos a estilizarlos un poco más.
Analicemos esta cuestión desde el punto de vista de los salarios que, en última instancia, explican buena parte de la renta per cápita de cualquier territorio.
La Encuesta Anual de Estructura Salarial del INE nos dice que en 2011 (último año para el que ofrece información), todos los sectores económicos pagaban más en el País Vasco que en Andalucía.
De esta forma, no sólo el empleo industrial es mucho más alto en el norte que en el sur de España, sino que un empleado en el norte gana –en promedio– 30.198,31 euros al año y un empleado industrial en Andalucía, 23.909,59 euros; una diferencia nada despreciable. Tampoco lo es la que existe en el sector de la construcción que también pesa más en el norte que en el sur. El salario promedio está en 21.185,48 euros en Andalucía y en 26.486,45 en las Vascongadas.
La encuesta salarial no ofrece datos para el sector de la agricultura, pero sí para el de servicios, de manera que a pesar de que emplea a más personas en Andalucía en términos relativos, se paga menos; 20.981.35 euros frente a 24.952,64.
Junto con la elevadísima tasa de desempleo que tenemos en Andalucía (36,32%) frente a la vasca (15,95%), pocos datos resultan tan esclarecedores.
Precisamente en estos días se ha vuelto a hablar de la economía sumergida a propósito del interesante informe publicado por el Sindicato de Técnicos de Hacienda (Gestha) y que la cifra en el 24,6% del PIB español. Aún regionalizada, en Andalucía llegaría al 29,2%. De manera ilustrativa, uno de cada cuatro euros en España se genera al margen de cualquier obligación fiscal. De otra forma es inexplicable que un 36,32% de desempleo cuando –además– los que tienen empleo ganan menos que en otras zonas de España, no haya derivado en un estallido social.
La economía sumergida no se explica por una única causa. Ningún fenómeno social responde a una causalidad lineal y debemos huir de quien ofrece este tipo de explicaciones por triviales. Pero una explicación, y no la más pequeña, está en un mecanismo de respuesta social a un problema de corrupción institucional extendido. Muchos ciudadanos responden con el fraude como mecanismo de defensa ante los corruptos. Esto es entendible pero es insoportable en un sistema democrático de calidad.
Es lo que explica la convocatoria del próximo 8 de febrero en Sevilla, en la que coinciden por primera vez buena parte de las organizaciones de la sociedad civil y de los representantes vecinales en una protesta contra la corrupción. Una economía que permita la prosperidad es consecuencia del buen hacer de su sociedad, bien sea como empresarios, profesionales, contribuyentes o representantes públicos.
La economía vasca ha supervivido al crimen y a la extorsión. Los estudios del profesor de la Universidad de Harvard, Alberto Abadíe, sobre lo que hubiera sido la misma economía sin ETA, son determinantes. Aunque la comparación no es admisible, no deja de estar en la mente de muchos ciudadanos qué hubiera sido de la economía andaluza sin la corrupción que ahora se ventila en los juzgados.
* Profesor Titular de EconomíaAplicada de la Universidad de Sevilla