jueves, 9 de julio de 2015

EL NUEVO SISTEMA ELÉCTRICO (José Manuel Cansino en La Razón el 13/7/2015)

El pasado 24 de junio finalizó el plazo de alegaciones al borrador del Real Decreto de regulación del autoconsumo eléctrico; un texto que sólo su complejidad explicaría que no haya tenido un mayor protagonismo en el debate social.



La idea básica en esta cuestión es el cambio en el sistema eléctrico como consecuencia de la posibilidad de que los consumidores de electricidad instalen en sus hogares una pequeña central de generación eléctrica con la que se autoabastezcan en parte, viertan a la red lo que no necesiten y puedan tomar electricidad de la red cuando su propia producción sea insuficiente.
De llevarse a cabo este cambio, el sistema de generación eléctrico español registraría un importante cambio. El propio borrador presentado por el Ministerio de Industria define al sistema actual como “un esquema de generación centralizada, unidireccional y complementado con medidas de incentivo y control sobre la actuación de la demanda”.
Las razones que pueden llevar a un pequeño o mediano consumidor a instalar un sistema de generación eléctrica son de dos tipos; una marcada convicción de las bondades de las energías limpias (las tecnologías más plausibles en este asunto son la solar fotovoltáica y la minieólica) y/o una razón de tipo estrictamente económico.
En este segundo caso –la motivación económica- la persona interesada valora por una parte el ahorro en su factura eléctrica frente al coste de comprar su generador eléctrico, pero también la posibilidad de obtener un ingreso vinculado a la venta de la electricidad excedentaria.
En una Nación donde tres grandes compañías generadoras se reparten la mayor parte del mercado y donde está extendida una percepción social desfavorable hacia las mismas, no es difícil adivinar que este cambio en el sistema eléctrico despierta simpatías. Unas simpatías que no deben hacer pasar por alto los riesgos y complejidades del tránsito de un modelo centralizado a otro descentralizado.
Hay dos tipos de riesgos a subrayar. El primero es de naturaleza técnica y el otro económico. Desde un punto de vista técnico, el borrador advierte de que “el Gobierno debe compatibilizar el desarrollo de la generación a pequeña escala, vinculada al consumo eléctrico, minimizando el impacto para el conjunto del sistema eléctrico (garantizando) un desarrollo ordenado de la actividad, compatible con la necesidad de garantizar la sostenibilidad técnica y económica del sistema eléctrico en su conjunto”.
Efectivamente, un sistema de generación distribuido, difuso, es mucho más difícil de gestionar. Sólo desde el punto de vista de minimizar el riesgo de disrupción del suministro (apagones masivos de luz), el sistema distribuido es más complejo; hay que supervisar permanentemente las pequeñas centrales de generación y planificar la garantía del suministro. Imaginemos un parque de pequeños generadores que hace innecesaria la inversión en redes pero que, su envejecimiento acaba llevando a un funcionamiento inadecuado. Llegado el momento, los titulares de las pequeñas instalaciones ya fuera de uso pueden exigir una garantía de suministro imposible porque se dejó de invertir hace tiempo.
El otro tipo de riesgo asociado al tránsito entre modelos (centralizado a descentralizado) es de tipo económico. Un volumen masivo de consumidores que dejen de ser consumidores convencionales y se nieguen a pagar por un sistema que ya no utilizan con la misma intensidad que antes, supondría una quiebra para un sistema eléctrico deficitario durante muchos años. Por esa razón, el borrador del Ministerio deja bien claro que deben seguir contribuyendo a los costes generales del sistema que se ocupa de definir con una claridad que luego se echa en falta en el resto del texto. Así, aunque se apueste por el sistema de autoconsumo, se habrá de seguir pagando por el uso de las redes eléctricas (peajes de acceso), por la retribución a las energías renovables, por cogeneración de alta eficiencia y residuos, por el extracoste de los compatriotas canarios y baleares, por los mecanismos de capacidad y por las anualidades correspondientes a los déficit del sistema eléctrico que se había ido generando desde hacía años. A todo esto, se añadirá otro pago en concepto de peaje de respaldo que fijaría el Ministerio y que vendría a ser un pago para contribuir a garantizar que el ‘Plan B’ funciona si tu aerogenerador deja de moverse.
Con lo anterior, el Ministerio pretende minimizar los riesgos técnico y económico de cambiar de un sistema a otro.
Sin embargo, el borrador incluye una falla en la lógica económica que está detrás de la decisión de un consumidor de cambiarse de sistema, y es que si como dice el propio Gobierno “Se trata pues de avanzar hacia un sistema de generación distribuida mediante mecanismos de venta de excedentes (y) autoconsumo instantáneo”, el texto resulta luego o abiertamente contradictorio o desconcertante.
Efectivamente, el artículo 10 es taxativo cuando afirma que “La energía eléctrica excedentaria (…) no podrá llevar aparejada contraprestación económica”.  Una afirmación contradictoria no sólo con el preámbulo del texto sino también con su artículo 17 que afirma que “El productor percibirá por el vertido (…) las contraprestaciones económicas correspondientes”.
Así pues, si se prohíbe cobrar por vender la electricidad excedentaria el único interés económico de un posible interesado estaría en hacer números y ver si puede amortizar razonablemente pronto la inversión con el ahorro de consumo eléctrico externo y sabiendo que, de cualquier forma, tendría que seguir pagando una serie de cargas generales.
Desaparece así el incentivo de algo tan razonable de cobrar por una energía eléctrica que no se necesita, que se vierte a la red y que, muy probablemente, será vendida –por una empresa comercializadora- a otro consumidor.

La complejidad de este cambio no debe ir en contra de la lógica económica; ni de quien garantiza el funcionamiento del sistema ni de quien considera convertirse en un autoconsumidor-productor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario