martes, 1 de marzo de 2016

Juan Carlos, Sofía ¿la olla sigue vacía? (José Manuel Cansino en La Razón el 29/2/2016)

Entre 1980 y 2015, treinta y cinco años de autonomía, la tasa de paso en Andalucía ha aumentado hasta casi el doble; cerca de un 81,2 % pasando del 17.41 al 31.54 % y eso que ha habido una disminución de 4.68 puntos porcentuales entre 2014 y 2015. Desde luego la tasa a de actividad ha aumentado casi un 30 % (ahora la población activa en Andalucía la integran casi 6,8 millones de personas frente a los 4,5 millones de personas mayores de 16 años que se registraban en 1981). Pero incluso así esto significa que el aumento del empleo generado ha estado muy por detrás del aumento de la población en edad de trabajar. Mientras las personas mayores de 16 años aumentaron en estos años más de un 50 %, la tasa de empleo sólo lo hizo en menos de un 7 %. El trabajo en Andalucía ha crecido muy por debajo de los andaluces que lo demandan fruto, en muy buena medida, de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. 



Con los mismos años de permanencia en el poder que el General Franco, treinta y seis años, la consigna reivindicativa que miles de andaluces lanzaban a los nuevos Reyes cuando visitaban Andalucía, "Juan Carlos, Sofía, la olla está vacía" no parece muy enmohecida. Si salario es, como dicen las cerca de 19 millones de declaraciones del IRPF que se presentan anualmente, la principal fuente de ingresos de la mayoría de los españoles, es evidente que la tasa de desempleo que soporta Andalucía después de casi cuatro décadas de autonomía no deja al modelo autonómico en muy buen lugar visto desde la perspectiva del desarrollo económico.
En rigor debe hacerse una importante salvedad; se trata de la máxima esgrimida por los estadísticos que aclara que "correlación no implica causalidad"; efectivamente, que el incremento de la tasa de paro en Andalucía haya coincidido con el desarrollo del gobierno autonómico no le convierte en responsable del deterioro de la situación económica. Esto es tan cierto como afirmar que tampoco el desarrollo de la Autonomía ha servido para resolver el atraso relativo andaluz respecto al resto de España; en absoluto.
Durante décadas, la culpa de no acabar con el atraso económico se nos hizo creer que obedecía a una deuda "histórica" que el resto de España tenía con Andalucía. Tamaño agravio, cuando hubo de cifrarse alcanzó la muy discreta cifra de 1.204 millones de euros, cifra que fue la que pactó el gobierno regional socialista de José Antonio Griñán  con el gobierno de la Nación, también socialista, de José Luis Rodríguez Zapatero. La cifra ya resultaba ciertamente pírrica a juzgar por las décadas en las que había servido  de asidero para explicar no la pertinaz sequía a la que aludía con frecuencia el anterior Jefe del Estado, sino al pertinaz atraso económico andaluz. Pero si pírrica fue la cuantificación de tan cuestionado concepto, mucho más lo fue la manera de cancelarse.
De los 1.204 millones de euros en los que se cifró la "gran" deuda histórica con Andalucía, la mayor parte -784 millones- se saldó en 2009 con activos inmobiliarios que el Estado cedió a la Junta de Andalucía justo en un año en el que buena parte de los activos de esta naturaleza en España eran "tóxicos" por estar extraordinariamente sobrevalorados. En otros términos, valían muchos menos.
Ahora que ya son tantos los años con Franco muerto que con la Autonomía en curso, el grito de "Juan Carlos, Sofía, la olla está vacía" sólo se agua gracias a que las transferencias de la Unión Europea a Andalucía como región pobre y de las regiones españolas más prósperas, han permitido financiar unas infraestructuras, servicios y transferencias de rentas que nos equiparan, no siempre en igualdad de condiciones, a los demás. 

Es lógico que el gobierno socialista andaluz -que mantiene el color con tanta añada como el anterior Jefe del Estado- se haya convertido en eficaz defensor de la unidad de España. En ello le va el agua que disuelve la reivindicación que encabeza este artículo.

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